La investigación establece que la industria inmobiliaria logró crear nuevos núcleos ABC1 en barrios de escasos recursos.
por Manuel Valencia - 15/08/2010 - 11:33
No más de 40 metros separan las villas Los Olmos y El Valle de Peñalolén. Una amplia avenida y un bandejón central con jardines dividen los dos conjuntos habitacionales. En un sector, las 144 coloridas viviendas sociales del conjunto habitacional El Valle albergan desde hace cuatro años a familias provenientes de la histórica toma de Peñalolén. En total son cerca de 600 personas. Una de ellas es Rosa Jiménez. "Cuando nos íbamos a venir acá los vecinos del frente querían hacer un muro para separarse. Decían que éramos delincuentes, que les íbamos a robar. Pero con el tiempo eso cambió. Fueron viendo que aquí hay gente buena. Ahora están felices con nosotros. Muchas personas de acá trabajan allá y a ellos les gusta eso porque estamos cerca", cuenta.
Al cruzar la calle, está la Villa Los Olmos. En una de las casas de dos pisos, con tejado y jardín con césped vive Melina Juncal. Ella está feliz con sus vecinos. "Tenemos una buena relación. Nos juntamos cuando hay que ir a pedir algo a la municipalidad. Por ejemplo, los jardines del bandejón lo logramos juntos", relata.
Situaciones como éstas son las que evidencia el estudio "Gentrificación sin expulsión, fuerza de transformación de las ciudades latinoamericanas: datos e interpretación para Santiago", de los investigadores del Instito de Estudios Urbanos de la UC, Francisco Sabatini, Héctor Vásquez, Sarella Robles y Alejandra Rasse.
La investigación postula que el auge inmobiliario de los 90, derivado del crecimiento económico de Chile, lograron un efecto para muchos impensado: disminuir los niveles de segregación en Santiago. De acuerdo con el sociólogo Francisco Sabatini, los hijos del barrio alto optan por invertir lo mismo que les costaría un departamento en Las Condes en comprar en un condominio cerrado en Peñalolén, como Casa Grande, que tiene guardias, equipamientos, calidad de vida y espacio. Estos nuevos conjuntos se ubican en sectores que históricamente habían sido habitados por familias de escasos recursos. Según advierte Sabatini, con el proceso "tiende a establecerse un comercio más caro, pero también pueden mejorar los entornos, con más alumbrado público", señala Sabatini.
Los investigadores denominan "gentrificación residencial" a este fenómeno, que logró cambiar el carácter de comunas "receptoras" como Huechuraba, que en 10 años experimentó un alza del estrato ABC1 de 0,9% a 8,9%, o Peñalolén, que tuvo un aumento de este segmento desde 3,6% a 9,6%.
Para el alcalde de Peñalolén, Claudio Orrego, la situación ha permitido mejorar las relaciones sociales en la comuna. "Lo que vivimos acá nos demuestra que somos iguales, y genera aprendizajes recíprocos: se eliminan los estereotipos y caen los prejuicios", cuenta.
Para la ministra de Vivienda, Magdalena Matte, es insuficiente pensar que solamente el mercado puede lograr una ciudad más diversa socialmente. "El mercado debe ser regulado e incentivado. Y para ello el Estado debe ejercer su rol y propiciar políticas que incentiven la integración social, como el caso de los proyectos condicionados al desarrollo integrado de viviendas", explica la ministra.
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