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miércoles, 11 de agosto de 2010

"Transporte, salud y seguridad: las principales deudas de la capital con sus adultos mayores" - El Mercurio - Nacional - 11-08-2010

Expertos y ciudadanos enjuician al Santiago del Bicentenario

Subirse a un bus, hallar un geriatra, cruzar una pasarela o atravesar una avenida antes de que cambie el semáforo puede ser una odisea cuando se está en la tercera edad.

XIMENA PÉREZ Y MANUEL FERNÁNDEZ

"Me han dicho que viviré hasta los 150 años; entonces, me falta la mitad", comenta animado Álvaro Muñoz (85) desde una banca del Paseo Ahumada, donde a diario se instala para ver pasar a la gente.

Vive solo y se aburre en casa. "Aquí, por último, estoy mirando algunas piernas". Asegura que fue periodista y que está enamorado de una mujer de 52 años.

Viaja en Transantiago y no le preocupa que pocas veces le den el asiento. "Como uno es demasiado joven, no importa", bromea.

Muchos de sus coetáneos no pueden hacer lo mismo. "Subirse a la micro es imposible", afirma Luz Muñoz, quien los miércoles saca a pasear a Fernandina Vera (86) en su silla de ruedas. Nunca le ayudan a subirla al bus.

Para otros adultos mayores la principal dificultad de vivir en Santiago es cruzar una pasarela; atravesar una avenida antes del cambio de luz del semáforo; caminar solos sin sentirse presa de delincuentes o, simplemente, encontrar un panorama que los anime a dejar sus casas y enfrentar esos obstáculos.

"Santiago no se ve como una ciudad amigable para ellos en el sentido de acceso a instancias culturales, de salud y de servicios", sentencia el presidente de la Sociedad de Geriatría, Juan Carlos Molina.

A su juicio, es fundamental "que se piense en hacer ciudades para la gente, no para los autos", lo que implica dar espacios para que haya aceras planas, sin hoyos, y con semáforos con tiempos más largos.

Es lo que han hecho países como Suecia, donde en 2040 un cuarto de su población será adulto mayor (en Chile eso ocurrirá en 2050) y han impulsado planes para prepararse (ver recuadro).

Vulnerables

Independencia y Providencia son las comunas de la capital con más concentración de adultos mayores, en parte por su buena conectividad. Alicia (82) vive en Providencia, y le encanta. "Me iré cuando me muera, nomás", asegura. Viene del Servicio de Impuestos Internos. "Cualquier oficina que necesite está aquí. En este barrio hay de todo", destaca.

Sólo una cosa le complica: "Hay muchos lanzas que se aprovechan de una. A mí me han robado montones de veces", recuerda.

Su problema no es aislado. La directora del Servicio Nacional del Adulto Mayor, Rosita Kornfeld, admite que "se sienten muy vulnerados por la inseguridad", y que las veredas en mal estado, al dificultar el desplazamiento, pueden elevar el riesgo de ser asaltados.

"Como la mona", contesta tajante Enriqueta Basaure (66) cuando se le consulta cómo es la ciudad con los adultos mayores. Siempre ha vivido en Independencia y piensa que la tercera edad no es respetada: "No hay grupos ni actividades en la municipalidad".

"Se sienten invisibles, que no los toman en cuenta y muchas veces les cierran las puertas", resume la directora del Senama.

José (70), hermano de Enriqueta, usa muletas y tiene serias dificultades para subir al transporte público. Una vez arriba, el asiento para discapacitados suele ir ocupado. Y en el centro, le han corrido las muletas para botarlo y robarle.

Para Luis Valenzuela, director ejecutivo del Observatorio de Ciudades de la UC (OCUC), desde el punto de vista de las políticas públicas, "es clave preocuparse por el sistema de transporte. Fijarse en la altura de los peldaños, la accesibilidad a los paraderos, tener buena iluminación e información correctamente colocada".

Más activos

Aída (85) y Juan Yovanovic (95) no se conocen, pero suelen visitar la Plaza Ñuñoa. "Es muy agradable, está muy bonita. Años atrás era un peladero", recuerda ella. "Esta ciudad mantiene cierto señorío", apunta Juan, quien se siente afortunado por vivir en una comuna con áreas verdes. Un aspecto que, según el OCUC, es muy valorado por los adultos mayores que pueden elegir dónde vivir.

Juan, ex seleccionado de básquetbol y deportólogo, vivió en Colombia y en EE.UU., donde, dice, hay más actividades para los mayores: "Debieran hacer gimnasia, caminatas, cursos. En EE.UU. las mujeres se arreglan, son alegres, van a fiestas". Afirma haber presentado proyectos a varios municipios, sin respuesta.

Kornfeld asegura que si no se reducen los obstáculos que enfrentan los adultos mayores, "se hace todo inhóspito", y muchos prefieren quedarse en casa. Eso los desvincula de las redes sociales y los lleva a deteriorarse y a enfermarse.

26,7%
de los adultos mayores de Santiago está activo laboralmente. Su sueldo ronda los 142 mil pesos.

21%
pertenece a alguna organización comunitaria, según un estudio de la UC de 2007.

66,5%
de los mayores no renunciaría a un sistema de transporte cómodo, según la Encuesta de Opinión Pública UDP 2009.

63,3%
de los mayores de 60 en Ñuñoa dejó de usar lugares públicos por temor a la delincuencia, según el INE.

90%
de los mayores de 60 de la comuna de Santiago declara haber votado en las elecciones presidenciales.


Cuarenta geriatras para dos millones de adultos mayores

La salud es uno de los servicios más en deuda con los adultos mayores. Y no sólo en Santiago, pues según la Sociedad Chilena de Geriatría y Gerontología, no hay más de 40 geriatras en el país. Pocos para los dos millones 213 mil mayores de 60 años. "Debiera haber entre 300 y 400", dice el presidente de la sociedad y doctor de la Clínica Meds, Juan Carlos Molina. El médico de la U. de Chile es tajante: "El Estado ha sido negligente en formar recursos humanos relacionados con el cambio demográfico".

El panorama está lejos de cambiar. Las universidades tradicionales que imparten la especialidad (UC y U. de Chile) apenas suman tres alumnos y los hospitales no contemplan plazas para geriatras. Un déficit que tiene impacto en la salud pública. "Los mayores requieren cuidados distintos. Cuando un adulto mayor tiene una neumonía y lo dan de alta a los cuatro días, uno sabe que no va a llegar a la casa en buenas condiciones, porque se demora más en reponerse", explica Pedro Paulo Marín, director del Programa de Geriatría de la UC y doctor de la Clínica UC de San Carlos de Apoquindo.

Ejemplos desde el extranjero

En julio, Nueva York anunció una serie de medidas para ser más amigable con los adultos mayores, como extender la duración de los semáforos peatonales. Una tendencia que nació en países como Suecia. El arquitecto Luis Valenzuela explica que ese país desarrolló un plan nacional que incluye la eliminación de obstáculos en las calles y la instalación de pavimentos homogéneos y antideslizantes para situaciones de lluvia y nieve.

Según Valenzuela, otro ejemplo a considerar es Barcelona, "que ha cuidado desde hace mucho tiempo cómo construye sus espacios peatonales, con bajadas de vereda, distancias adecuadas de cruce de las calles, tiempos de semáforo que les permitan cruzar de una orilla a otra con luz verde, o estableciendo 'islas' para hacer pausas en el cruce".

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